Publicado 22 de abril 2020
 |
22 de Abril de 2020: Día Internacional de la Madre Tierra
El primer Día de la Tierra fue en 1970, hace 50 años. Pero recién en 2009 la Resolución 63/278 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, designó esta fecha “Día Internacional de la Madre Tierra”, una jornada que desde el Instituto de Derecho Ambiental dedicamos siempre a la concientización, reflexión y búsqueda de soluciones de diversas problemáticas ambientales tales como el calentamiento global, la contaminación, la conservación de la biodiversidad, entre otras.
Las circunstancias actuales, nos hacen hoy un llamado más poderoso y nos recuerdan la vulnerabilidad humana. La Tierra nos está dando un mensaje que es preciso oír para poder actuar.
Debemos tener en cuenta que existe una estrecha relación entre COVID-19 y la salud de nuestros ecosistemas. Dicho en otras palabras, existe una estrecha relación entre la salud humana, animal y ambiental. El cambio climático, la deforestación, las distintas intervenciones del hombre en la naturaleza, la disminución de la biodiversidad, el comercio de especies de exóticas, la intensidad de las actividades agrícolas y ganaderas, son sólo algunas de las razones que contribuyen al aumento de las enfermedades zoonóticas (aquéllas enfermedades infecciosas que se transmiten de animales a humanos).
Y aquí es acertado recodar cuáles fueron las razones por las que la Asamblea General instituyó el Día Internacional de la Madre Tierra. La primera, que “Madre Tierra” es una expresión con la que diversos países se refieren al planeta Tierra, y esto da cuenta de la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos. La segunda, el hecho de que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar. Con estos fundamentos, instituyó esta fecha como un día para promover la armonía con la naturaleza y la Tierra, para reflexionar acerca de la urgencia del equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales, de las generaciones presentes, pero también de las futuras.
Entonces, en este Día de la Madre Tierra nos interpela una pandemia mundial y nos pregunta cómo vamos a responder, con qué herramientas le vamos a hacer frente. El planeta nos está diciendo que no puede sobrellevar nuestro furioso ritmo de producción, demanda y consumo que lo está dejando sin defensas.
Es cierto que las medidas adoptadas para luchar contra la pandemia redundaron en beneficios como la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, y la proliferación de animales silvestres. Pero también es cierto que estos cambios, por más positivos que sean, serán temporales. Cuando sea seguro, volveremos a la calle, al trabajo, a las actividades. Y llevaremos con nosotros esa costumbre de avasallar, de abrumar la Tierra para satisfacer nuestras necesidades.
Por eso este 22 de abril es tan especial. Porque más que nunca es necesario –más bien, urgente- promover un cambio a una economía sostenible que sea capaz de responder a nuestras necesidades –presentes y futuras- sin agotar los recursos del planeta. Esto, sin olvidar, la importancia de la biodiversidad en la que la ONU hace tanto hincapié: “Los cambios en la biodiversidad afectan al funcionamiento de los ecosistemas y pueden ocasionar alteraciones importantes de los bienes y servicios que estos proporcionan. Los vínculos específicos entre la salud y la biodiversidad incluyen posibles impactos en la nutrición, la investigación sanitaria y la medicina tradicional, la generación de nuevas enfermedades infecciosas y cambios significativos en la distribución de plantas, patógenos, animales e incluso asentamientos humanos, algo que puede ser alentado debido al cambio climático1.”
Desde el Instituto de Derecho Ambiental solemos organizar jornadas para honrar esta fecha generando un espacio de reflexión y de proyección de soluciones. En cumplimiento del aislamiento preventivo y obligatorio que respetamos, hemos elegido generar este mensaje para invitar a pensar sobre lo expuesto, y sobre nuestra responsabilidad como custodios, y no dueños, de la Madre Tierra.
INSTITUTO DE DERECHO AMBIENTAL- CASF