Publicado: 22 de Marzo 2021

Al igual que durante el año 2020, la pandemia COVID-19 sigue interpelando fuertemente a la Humanidad acerca del uso que  hace de la biodiversidad y los recursos, en un marco sanitario que  exige optimizar la administración de cada medio disponible.

Cada 22 de marzo, al celebrarse el Día Mundial del Agua, desde el Instituto de Derecho Ambiental del Colegio de Abogados, nos preocupamos por generar un espacio de reflexión acerca de la importancia del recurso; pero también procuramos que sea un espacio donde exponer las problemáticas actuales relacionadas al agua.

En ese camino, lamentablemente, suelen aparecer datos alarmantes.  La Organización de las Naciones Unidas comenzó el año haciendo hincapié en la profunda gravedad de “la crisis del agua” cuyo agravamiento –concentrados en combatir la pandemia- hemos permitido:  “En lugar de tratar el agua —esa sustancia única, indispensable y que sostiene la vida— con cuidado, respeto y reverencia, los seres humanos están utilizándola de un modo abusivo, contaminando las aguas superficiales y subterráneas, destruyendo humedales y provocando daños catastróficos en los ecosistemas de agua dulce, lo que socava las extraordinarias aportaciones del agua a la salud, el bienestar y la prosperidad de los seres humanos[1].”

El cambio climático, otro factor determinante de la crisis, contribuye a profundizar las desigualdades sociales, los riesgos y las consecuencias causadas por la contaminación del agua, su escasez y los desastres a ella relacionados.

En este contexto, cabe destacar que si bien los efectos de la crisis ya se sienten a nivel mundial, los mayores afectados son los niños que habitan en zonas donde el recurso es escaso o su mala calidad torna su consumo insalubre. En este sentido, cabe destacar que las últimas estadísticas publicadas por ONU señalan que uno de cada cinco niños en el mundo carece de agua suficiente para cubrir sus necesidades diarias –esto incluye el lavado de manos, indispensable en la prevención del COVID 19- y que son siempre los más gravemente afectados por enfermedades relacionadas con el agua, siendo ésta una importante causa de mortalidad infantil.

El año pasado nos sorprendió la noticia de que el agua cotizaba en la Bolsa de Wall Street. Y sobre esto, ha de advertirse que ella no debe ser entendida jamás como un bien meramente económico; como un producto que se somete como cualquier otro a las reglas, “a las subidas y bajadas” de los mercados. Esto sería desconocer la importancia vital –en todo el sentido de la palabra- que tiene el agua para los seres humanos y el funcionamiento de sus ecosistemas.

Es esta última característica una de las que fundamenta que el acceso al agua potable sea un Derecho Humano, categoría que debe ser preeminente y que debe ser siempre protegida ante el riesgo de que el recurso se convierta en un bien exclusivamente mercantil.

También desde el Vaticano, a través del documento “Aqua Fons Vitae” –en línea con la encíclica Laudato Si-, se han hecho eco de la importancia del agua en la complejidad de la situación mundial: “En vista de los retos que ha planteado la crisis causada por el COVID-19, y a la luz de las enseñanzas del Magisterio sobre la interrelación entre todo lo existente, ya sea en ámbito ecológico, económico, político o social, estamos llamados a considerar todos los elementos que contribuyen a elaborar un paradigma para un nuevo modelo de desarrollo. En este sentido, el agua claramente parece ser uno de los elementos que impactan con más fuerza el desarrollo ´integral´ y ´humano´”.

Recientemente, el Directorio del Banco Mundial aprobó un crédito para ampliar y mejorar los servicios de agua y saneamiento en las zonas más vulnerables del Área Metropolitana de Buenos Aires, lo que se traduce en que medio millón de personas accederán a mejores servicios de agua potable y saneamiento. Respecto del fundamento de la decisión, el representante del organismo sostuvo que: “En el contexto de la pandemia de COVID-19, es urgente incrementar los esfuerzos para asegurar el acceso universal al agua y a las redes cloacales, así como viviendas adecuadas, a las poblaciones más vulnerables[2]”.

En síntesis, desde nuestro Instituto destacamos siempre el papel fundamental del agua para la vida humana, animal y vegetal; y para el funcionamiento sistémico de todo el planeta. La crisis actual, resultado de años de mala administración, descuido, contaminación y sobreexplotación del recurso, nos impone la urgente revalorización y reorganización del consumo del agua. De lo contrario, estaremos faltando al mandato constitucional del art. 41: incumpliendo deber de preservación y comprometiendo los recursos y la calidad de vida de las generaciones futuras.

 

[1]                      Informe del Relator Especial sobre la cuestión de las obligaciones de derechos humanos relacionadas con el disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible. 19/03/2021.

[2]                      Disponible en https://www.iagua.es/noticias/banco-mundial/argentina-medio-millon-personas-accederan-mejores-servicios-agua-saneamiento?utm_source=Actualidad&utm_campaign=693d0ab709-Semanal_08032021&utm_medium=email&utm_term=0_8ff5bc1576-693d0ab709-304812421